La crítica más reciente es que el proyecto se ha aprobado a muy poco tiempo de la próxima elección municipal. Esto sería injusto, pues cambiaría sin mayor anticipación las reglas del juego para los actuales alcaldes y confundiría a la ciudadanía. Pongamos las cosas en perspectiva, si hablamos de tiempo, hay uno que es mucho más relevante: los 10 años que el fin a la reelección indefinida estuvo en tramitación en el Congreso. La ciudadanía ha tenido que esperar una década para que desde la política se diera respuesta a una demanda apoyada por una amplia mayoría de los chilenos y las chilenas. Esos son los tiempos que más nos debieran preocupar a quienes queremos fortalecer la capacidad representativa de la política.
La semana pasada, el Congreso aprobó el proyecto de ley que limita la reelección de representantes populares. Con inentendible sorpresa, 96 de los 345 alcaldes de nuestro país recibieron la noticia de que no podrán competir en las municipales de 2021, porque han estado en sus cargos 12 años, 16 años, 20 años o incluso más. Solo podemos imaginar las palabras cruzadas entre alcaldes y concejales con diputados y senadores de sus partidos. Quizás, pasó que en el Parlamento estuvieron más preocupados por el efecto del proyecto en su propio espacio antes que en otros, el asunto es que los parlamentarios de Chile Vamos y la ex Nueva Mayoría no vieron venir esta consecuencia de la ley que aprobaron y, ahora, quieren revertir la medida para las autoridades locales, mediante una ley corta o incluso un veto presidencial. Esto sería un profundo error, veamos por qué.
Los municipios son hoy la experiencia más cercana de la política para la mayoría de los chilenos y las chilenas. Además, en un clima de alta desconfianza, distintos estudios confirman que las municipalidades son las instituciones políticas en que más confían los chilenos. No se trata solo de entregar servicios, sino de vivir experiencias democráticas concretas en los territorios. Por lo tanto, abrir estos espacios al debate y confrontación de proyectos es uno de los principales desafíos para el nuevo ciclo político que se abre en Chile.
No es un misterio que alcaldes y alcaldesas tienen acceso a recursos que otros contendores simplemente no pueden igualar. Y doce años en el cargo dan tiempo, más que suficiente, para materializar un proyecto político a nivel local. Por lo tanto, se necesita abrir esa disputa para todos los municipios de Chile y hacerlo ya, no en 2024.
Por el lado de los alcaldes afectados, algunos afirman que no se otorgará valor a la experiencia que han acumulado. De esta forma, la renovación de los liderazgos políticos debilitaría a las instituciones. Sin embargo, lo que es prioritario fortalecer es la experiencia y formación de los equipos municipales. Esto, se ve dificultado en municipalidades que se han convertido en verdaderos feudos, con algunos alcaldes que permanecen en sus cargos desde el retorno a la democracia sin mayores contrapesos.
La segunda crítica afirma que el fin a la reelección indefinida negará a la ciudadanía la posibilidad de otorgar su respaldo a alcaldes que han hecho bien su trabajo. Sin embargo, quienes apostamos por el fortalecimiento de la política consideramos que los proyectos deben estar por sobre las personas. Si la labor de un alcalde es bien evaluada por la ciudadanía, esto debiese favorecer la continuidad de su proyecto político en la gestión municipal.
Por último, la crítica más reciente es que el proyecto se ha aprobado a muy poco tiempo de la próxima elección municipal. Esto sería injusto, pues cambiaría sin mayor anticipación las reglas del juego para los actuales alcaldes y confundiría a la ciudadanía. Pongamos las cosas en perspectiva, si hablamos de tiempo, hay uno que es mucho más relevante: los 10 años que el fin a la reelección indefinida estuvo en tramitación en el Congreso. La ciudadanía ha tenido que esperar una década para que desde la política se diera respuesta a una demanda apoyada por una amplia mayoría de los chilenos y las chilenas. Estos son los tiempos que más nos debieran preocupar a quienes queremos fortalecer la capacidad representativa de la política.
El fin a la reelección indefinida contribuirá a enfrentar dos desafíos centrales de la política chilena. Por una parte, permitirá incrementar la identificación de la ciudadanía con proyectos políticos que mejoran su vida cotidiana, en desmedro de la excesiva personalización que caracteriza a la política municipal y, por otra parte, forzará a una mayor democratización interna de los partidos políticos, al exigir, dentro de plazos más que razonables, el surgimiento de nuevos liderazgos, tarea pendiente de nuestro sistema político.
En un momento de enorme desconfianza ciudadana en la política institucional, estaremos decididamente del lado de todas aquellas reformas que contribuyan a oxigenar nuestras instituciones y a democratizar la política en Chile. El llamado a los parlamentarios y las parlamentarias es a mantener la mirada en la salud de nuestro sistema político y no a borrar con el codo lo que tanto costó escribir con la mano. No vaya a ser que la excelente noticia de la semana pasada termine en una nueva decepción de la ciudadanía hacia sus representantes. La decisión ya fue tomada, no hay vuelta atrás.
Fuente: El Mostrador