“Siempre vi a la bella durmiente, Heidi, Alicia en el país de las maravillas, e incluso la fantástica historia de Ana de Tejas verdes y ninguna se parecía a mí o a mi madre, todas tenían la piel clara, cabello lacio, y ya eran libres. Siempre tuve la incertidumbre si las mujeres negras tenían historias heroicas”, dijo Julieth Micolta, autora del cuento infantil La negra Casilda.

El mundo entero se ha movilizado por el movimiento “Black lives matter”, el cual ha reunido a  miles de personas en las calles para protestar en contra del racismo, en ese contexto fue lanzado el cuento antirracista y etnoeducativo “La negra Casilda”, escrito por Julieth Micolta, quien es una estudiante de sociología afrocolombiana, activista, gestora cultural y social, que vive en Santiago y está hace cuatro años y medio en Chile.

“En los últimos días hemos visto como se ha visibilizado el racismo sistémico hacia las comunidades negras en Chile, vimos como las redes sociales se inundaron de hashtag antirracistas pro negros y distintos mensajes en apoyo a nuestra comunidad. Sin embargo, para lograr una sociedad antirracista, es totalmente escencial promover una educación decolonial antirracista y etnoeducativa que contribuya a (re)construir la identidad, historia y cuerpo de las comunidades afrodescendientes”, dijo Julieth.

Agregando que el libro «La Negra Casilda» nace de “la necesidad de visibilizar historias de mujeres afrolatinas en los cuentos para la infancia. Siempre vi a la bella durmiente, Heidi, Alicia en el país de las maravillas,  e incluso la fantástica historia de Ana de Tejas verdes. Ninguna se parecía a mí o a mi madre, todas tenían la piel clara, cabello lacio, y ya eran libres. Siempre tuve la incertidumbre si las mujeres negras tenían historias heroicas”.

Julieth relata que el cuento narra la historia de una mujer esclavizada en Colombia que con la ayuda de la diosa africana Yemayá libera a más de 200 personas africanas de la esclaviud. “Esta es una historia en forma de mito que se revive en mi país hace unos 3 o 4 años, y que quise traerla no solo para la diáspora afrocolombiana que habita aquí, en realidad es para todas las personas”, añadió Micolta.

Además este es un libro que se creó para entender cómo fueron los procesos de liberación propia del pueblo negro, “lo que llamamos cimarronaje, porque la educación tradicional, jamás te cuenta que las personas esclavizadas, lucharon por obtener la libertad, y lo hicieron de muchas maneras. Entonces tu creces pensando que las personas negras se dejaron esclavizar y ese era su destino, y resulta que en realidad hubo muchas maneras de resistencia ante este proceso de deshumanización sistemático. Traigo por ejemplo a Yemayá, una diosa de las religiones africanas, porque en Chile se demoniza demasiado las religiones negras, hay una colonización importante dentro de las religiosidades, y el cuento rescata como estas religiones ayudaron a la liberación de los pueblos afrolatinos”, afirmó la gestora cultural.

Repensar el futuro en igualdad

“Creo que el cuento invita especialmente ahora a repensar lo que está a nuestro alrededor y la historia que nos contaron. Está dirigido para niños y niñas entre los 6 y 9 años, pero en realidad lo leen bastante los y las adultas también”, expreso Julieth.

El movimiento Black Lives Matter surgió en Estados Unidos a raíz de distintos episodios de racismo por parte de los policías contra los ciudadanos afrodescendientes, este año cobró más fuerza luego de la muerte de George Floyd, quien se transformó en un símbolo de esta lucha histórica que lamentablemente ha caracterizado la sociedad estadounidense.

“Lo que sucedió con George Floyd fue demasiado importante y bastante doloroso, porque es un hecho que pone en la palestra que el racismo sigue intacto, es decir, las protestas en Estados Unidos, no fueron solo por George Floyd, fueron también por Breonna Tylor, (mujer afroamericana asesinada en marzo de este año), por Ahmud Arbery, y un montón de nombres que  podría dar, lo que pasa es los medios de comunicación, intentan individualizar este asesinato, y en realidad lo que sucede no solo en Estados Unidos, es que hay un genocidio de la población negra de manera sistémica”, opinó Julieth.

Añadiendo que el Covid-19 ha llegado de manera más directa a la comunidad afroamericana debido al “nivel de pobreza y la inseguridad social que tienen, puedo nombrar los más de 70 asesinatos de líderes y liderasas sociales indígenas y negras en Colombia, o los recurrentes asesinatos a jóvenes brasileros por parte de la policía. Y si nos vamos al plano más cercano, podría recordar a Joane Florvil, o Rebecca Pierre, dos mujeres afrohaitianas que mueren debido a la negligencia del país hacia cuerpos negros”.

Para la estudiante de sociología hay una implicación muy directa de las muertes de todas estas personas con el sistema. Es decir, “no solo fueron en el caso de Joane los carabineros, la municipalidad, el guardia, es todo un sistema que imposibilita la existencia negra. En el caso específico de Joane hubo muchas cosas, por ejemplo, la demonización de su maternidad, pensar que de manera natural ella abandonaría a su hija, como la imposibilidad de comunicación debido a su idioma creole, hay un racismo lingüístico aquí también”.

“La vivencia de las mujeres negras esto totalmente distinta a la de los hombres negros”

Micolta afirma que el caso de las mujeres es partículas, porque “hay diversas estructuras que atraviesan nuestra existencia. Estamos hablando del racismo, pero también del heteropatriarcado y el capitalismo, esto quiere decir, que la vivencia de las mujeres negras es totalmente distinta a la de los hombres negros”.

“Históricamente las mujeres nos hemos visto deshumanizadas por un sistema que atribuye al hombre más poder que a la mujer, esto por supuesto se agrava cuando se intersecciona género, raza/sexo, y clase. El informe de la CEPAL de las realidades de las mujeres afrodescendientes en América Latina 2018, muestra perfectamente como las mujeres negras, están en una desventaja sistémica a comparación incluso de los hombres negros, entonces podemos ver por ejemplo la deserción escolar, los niveles de educación, de acceso a trabajos directivos, y es bastante desigual tanto a comparación de la población mestiza o no negra en general, a con los hombres negros. Incluso podríamos hacer un ejercicio rápido en las calles de Santiago, de cuantas mujeres versus hombres negros vemos en el trabajo ambulante, y la mayoría de estas mujeres tienen algo en particular, y es que son madres cabeza de familia”, precisó Julieth.

¿Cómo es la situación en Chile?

-Es súper complejo individualizar el racismo, hay que comprender que el racismo es sistémico y global, y lo que vemos en lo cotidiano, son prácticas individuales que se derivan de la educación, invisibilización y deshumanización de la comunidad negra e indígena. Lo pongo así, entendemos qué es el heteropatriarcado y como a raíz de este, derivan diversas prácticas sociales e individuales, como el machismo y la lesbo-homofobia, por ejemplo, ¿verdad? Pasa lo mismo con el racismo, porque también es algo estructural. Estamos hablando de que hay una colonialidad importante en nuestra manera de pensar y actuar, de cómo instantáneamente nos jerarquizamos con un “otro”, de como por ejemplo en Chile se extranjeriza lo negro, pero los afrochilenos, recientemente reconocidos en la ley 21,151  están desde que Pedro de Valdivia llegó. y por ello la invitación, es a decolonizar nuestras prácticas, la historia, la memoria.

Comenzar desde la base el cambio

Para Julieth la erradicación del racismo tiene varias aristas, “tiene que ver con la educación que nos dan en los colegios y como las industrias culturales presentan las corporalidades negras. Y sí, creo en efecto, que allí hay que hacer trabajo educacional, no solo para la población mestiza, si no que para que los niños y niñas negras, se reconozcan y tengan una identidad reafirmada de su negritud”.

Por otro lado, esta lo institucional, “en Chile por ejemplo, no hay datos por diferenciación étnico racial en cuanto a lo negro, y esto lo que causa es que haya una homogenización de las realidades de las comunidades mestizas con las comunidades afro, lo que a la larga crea una exclusión y marginalidad contante.  Y sabemos que históricamente, no es así, entonces lo ideal sería ver esta heterogeneidad de realidades, la generación de políticas públicas y la reparación histórica que se debe tener a la comunidad afrodescendiente”, agregó Micolta.

Actualmente Julieth se dedica a recopilar la memoria negra por medio de materiales educativos antirracistas, a través de su marca Bemba Colorá, y trabaja como  ayudante del curso de Diversidad e inclusión de la universidad de O´Higgins.

Además está haciendo cuenta cuentos antirracistas a través de la página de Facebook “niñes y jóvenes en tiempo de Covid-19 alrededor del mundo”, con la intención de “eliminar esta monocultura existente, de recopilar la memoria negra e indígena, y en particular las tradiciones ancestrales de las comunidades. Entonces, relato cuentos de las comunidades Nasa, Emberá Chamí, Raizal y palenquero, kofán, y afrocolombiano, todos de Colombia, y con enseñanzas súper profundas sobre la muerte, la esclavitud, las plantas y los espíritus”, finalizó la escritora.

Fuente: El Mostrador.

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