El ministro alemán de Finanzas, Olaf Scholz, lo llamó «bazuca»: 200.000 millones de euros en garantías del Estado que el banco público KfW (Kreditanstalt für Wiederaufbau, Instituto de Crédito para la Reconstrucción) ha puesto a disposición de las empresas en crisis por culpa del coronavirus, más otros 400.000 millones en avales. Adiós al schwarze Null, al rigor fiscal, Alemania se endeuda. “Nos acostamos como Estados Unidos y nos despertamos al día siguiente pareciéndonos a la Europa socialdemócrata”, es el resumen que hace al otro lado del Atlántico un profesor de la Universidad de Michigan, citado por The New York Times, del plan de casi tres billones de euros que Donald Trump no ha dudado en poner en marcha para salvar a las empresas del país de la debacle del covid-19. “El nivel de intervención [estatal] supera con mucho el alcance financiero y la amplitud de los esfuerzos de recuperación de la crisis financiera de 2008”, destaca el periódico.
Y en Europa, la Comisión Europea ha abandonado sus cautelas sobre las ayudas públicas al sector público y prepara cambios en el Marco Temporal de Ayudas Estatales para respaldar la economía frente al coronavirus que permitirán a los Estados miembros participar en el capital de empresas consideradas estratégicas.
En España, la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, negó la semana pasada, tras la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno de la UE, que el Gobierno planee nacionalizar empresas. “España está atenta y en permanente diálogo con empresas, sobre todo con las que pertenecen a los sectores mas afectados por esta crisis, para desarrollar mecanismos y soluciones a fin de llevar la crisis de la mejor manera posible y arbitrando soluciones”.Poco antes, el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, había defendido en una entrevista en RNE la entrada del Estado en el capital de empresasen riesgo por culpa de la pandemia.
“En España, algunos debates parecen un anatema”, ha terciado este lunes el secretario general de CCOO, Unai Sordo, refieriéndose a la intervención del Estado en las empresas, una medida que van a llevar a cabo en Europa, dijo, “gobiernos de centroderecha”. “Europa no está gobernada por coaliciones de izquierda, esta especie de sensación de que aquí se están tomando medidas casi bolivarianas es propaganda”, asegura en una entrevista concedida a la agencia Europa Press.
De KLM a Adidas
En efecto, Francia y Países Bajos, ambas gobernadas por partidos de centroderecha, acaban de anunciar un paquete de 10.000 millones de euros en ayudas para la aerolínea KLM, de la que ambos Estados son accionistas, con un 14% del capital cada uno. La compañía, con una caída de la actividad del 95%, arriesga 350.000 puestos de trabajo. Los franceses pondrán 7.000 millones de euros en préstamos garantizados por el Estado hasta en un 90%, así como préstamos directos del Estado. Los Países Bajos han olvidado su prevención contra el riesgo moral de las ayudas públicas y se harán cargo del resto, siempre que la empresa recorte sueldos, no distribuya primas y cumpla con determinados estándares medioambientales.
Alemania ha dispuesto un programa de liquidez garantizada de hasta 1.000 millones de euros para cualquier empresa que terminara 2019 sin números rojos pero que haya resultado perjudicada por el coronavirus: el Estado asume hasta el 90% del riesgo del préstamo, concedido a un interés de sólo el 1%. El Gobierno de Angela Merkel prevé que soliciten las ayudas unas 100.000 empresas. En cualquier caso, las patronales ya han pedido al Ejecutivo de Berlín que la garantía ascienda al 100% del préstamo e incluso que se les exima de devolverlo.
No obstante, el Gobierno alemán ha concedido ayudas superiores al fijado en el plan. Por ejemplo, al operador turístico TUI, el mayor del mundo y al que ha aprobado una línea de crédito de 1.800 millones de euros.
También ha acudido al rescate de dos de las principales marcas de ropa deportiva del planeta, Adidas y Puma. A la responsable de la equipación del Real Madrid, KfW –el ICO alemán– le ha concedido préstamos garantizados de 1.000 millones de euros, de los 3.000 millones que dice necesitar para afrontar el cierre de sus tiendas. A cambio, Adidas no podrá repartir dividendos ni sus ejecutivos cobrar bonus este año. El beneficio de la empresa cayó un 95% en el primer trimestre del año, pero aún gana 31 millones de euros. Puma, que está aún a la espera de que KfW responda a su solicitud, no ha querido hacer pública la cantidad que debe permitirle superar la crisis del covid-19. Otro tanto le ocurre a Ceconomy, la sociedad propietaria de la red de tiendas Media Markt y Saturn. Aunque en este caso sí se sabe cuánto dinero pide al Gobierno federal: 2.000 millones de euros.
Igualmente está en el aire cuántos millones de euros y en qué formato los recibirá Lufthansa. Se los ha pedido no sólo al Ejecutivo alemán, sino también a los de Bélgica, Suiza y Austria, donde tiene sedes y con los que mantiene “intensas negociaciones”. Así lo ha reconocido la compañía alemana en un comunicado: “El consejo de administración confía en que las conversaciones [con los gobiernos citados] culminen con éxito”. Lufthansa ya perdió 1.200 millones de euros en el primer trimestre y ahora tiene, como el resto de las aerolíneas, casi todos sus aviones en el suelo. Pide 10.000 millones de euros en ayudas para sobrevivir, bien sea en préstamos o incluso con inyección de capital público. Preguntado por una posible nacionalización en una entrevista publicada por Der Spiegel el pasado 2 de abril, su consejero delegado, Carsten Spohr, la rechazaba: “Tenemos una probada trayectoria de empresa rentable y competitiva. La ayuda estatal es legítima en un caso tan excepcional, pero es vital que nuestra independencia corporativa no se vea comprometida en cuanto a la toma de decisiones y la adopción de medidas”. Por el momento, Lufthansa ha puesto a 87.000 de sus trabajadores en Kurzarbeit, la versión alemana del ERTE español.
Alitalia, renacionalizada
Las compañías aéreas están consideradas como sector estratégico en la mayoría de los países por lo que, heridas de muerte debido a la restricción de movimientos impuesta por la pandemia, los gobiernos se han aprestado a acudir al socorro. Alitalia fue de las primeras en ser rescatada. El 17 de marzo, el Gobierno italiano aprobó un paquete de ayudas de 600 millones de euros para su aerolínea de bandera, que lleva en concurso de acreedores desde 2017 y sin encontrar un comprador. A cambio, ha asumido el control del 100% de la aerolínea, que cuenta con unos 11.000 empleados y fue pública hasta 2008. En diciembre ya le había otorgado un préstamo de 400 millones, una cantidad que está siendo investigada por la Comisión Europea como posible ayuda de Estado ilegal, y antes un crédito puente por otros 900 millones de euros.
La situación no es muy distinta más al norte. La compañía de bajo coste Norwegian ha solicitado al Gobierno noruego ayudas por importe de 461 millones de euros, después de haber presentado concurso de acreedores en cuatro de sus filiales en Dinamarca y Suecia. En marzo ya había recibido un primer soporte de 250 millones. Finnair va a recibir del Ejecutivo de Helsinki, que posee el 56% de su capital, préstamos por valor de 600 millones de euros. A la sueca SAS los gobiernos de Suecia y Dinamarca le han concedido 280 millones de euros en préstamos garantizados para hacer frente a los estragos de la pandemia en sus cuentas.
Pese a que inicialmente la prensa británica publicó la existencia de un plan del Gobierno de Boris Johnson para rescatar a sus aerolíneas, que incluía su nacionalización, Londres ha decidido que estudiará cada solicitud de ayuda de forma individual y que la intervención estatal sólo llegará cuando se hayan agotado el resto de las posibilidades. Fuertes críticas ha despertado la petición de rescate hecha pública por el dueño de Virgin, el multimillonario Richard Branson: 500 millones de libras (573 millones de euros). A cambio, Branson ofrecía como colateral una isla de su propiedad en el Caribe.
Participación accionarial del Estado en aerolíneas
En Estados Unidos, el Congreso ha aprobado una paquete de rescate de casi tres billones de euros para empresas y trabajadores afectados por la pandemia. Incluye, además de pagos directos y préstamos en condiciones especiales, la compra de acciones. A cambio, las empresas deberán limitar los sueldos de sus ejecutivos y mantener el 90% de sus plantillas hasta finales de septiembre. Por ejemplo, las compañías de entre 500 y 10.000 trabajadores pueden acceder a préstamos con un tipo de interés del 2% anual y un periodo de carencia de seis meses. Se les han destinado ayudas por importe de 420.000 millones de euros. Pero no les está permitido deslocalizar o subcontratar plantilla hasta dos años después de haber devuelto el dinero, ni recomprar sus acciones o pagar dividendos hasta un año después de haber reembolsado la ayuda. Entregado el Gobierno de Washington al America first, ni las compañías de cruceros ni las energéticas, que tienen sede fuera de Estados Unidos y empleados repartidos por todo el mundo, pueden solicitar las ayudas de Trump.
Sólo en el sector aéreo, el Gobierno federal inyectará 55.400 millones de euros, de los que casi 16.000 millones serán destinados a sostener al gigante Boeing. Se trata de inyecciones de liquidez directa y préstamos federales al 50%, pero con la condición de que el Estado toma a cambio una participación de relevancia en las empresas rescatadas. De esa cantidad total, el Tesoro ya ha desembolsado casi 3.000 millones en préstamos para American Airlines, Delta Airlines y United Airlines.
Además, hospitales y proveedores de servicios médicos recibirán 162.000 millones de euros, que no tendrán que reembolsar.