América Latina es una región con bajas capacidades científicas y tecnológicas, y con instituciones débiles. En este contexto, una política de apertura de información respecto a la evolución de la pandemia se hace particularmente necesaria. Más y mejores datos no solamente ayudan a reducir noticias falsas que potencian el círculo perverso de baja credibilidad y baja efectividad en las políticas. Además, puede ayudar a unificar los mensajes comunicacionales y diversificar los actores que los anuncian. Esto es clave en una región caracterizada por una sociedad civil desconfiada.PUBLICIDAD
La semana pasada Ciudadanía Inteligente publicó dos índices sobre cómo los gobiernos de América Latina comparten información respecto al avance de la pandemia. Se desarrolló un indicador que mide las estadísticas generales y otro indicador para los –ahora famosos– datos desagregados. Para levantar la información, se usaron las fuentes oficiales de los gobiernos. Se consideró información respecto a los test, infectados, fallecidos y la infraestructura básica para recibir a los casos más graves. Ello tomando en cuenta además el nivel geográfico que se reporta, y algunos componentes demográficos como sexo y edad.
Tanto el indicador relacionado a estadísticas generales como el de microdatos muestran un desempeño pobre en apertura de información. Solo 9 de 20 países de la región publican información en formato de bases de datos, y solo 3 de ellos publican estas bases de datos desagregadas.
Chile aparece tercero en el indicador de estadísticas generales, antecedido por Colombia y México. Al respecto, son pocos los países que detallan estadísticas a nivel de gobierno local, y si lo hacen, en muchos casos no se tienen datos demográficos. Muy probablemente en junio Chile muestre una mejoría en este indicador, una vez publicados datos a nivel comunal más detallados. En relación con la publicación de microdatos, Chile comparte el último lugar con otros dieciséis países. Solo México, Colombia y Paraguay publican datos desagregados, y Ecuador dejó de hacerlo.
Todo lo anterior sin considerar la credibilidad de los propios datos. Una aproximación de ello es una encuesta de comportamiento y percepción global publicada en NBER a comienzos de este mes, donde en la pregunta respecto a si el gobierno ha sido sincero respecto a la pandemia, seis de los diez países de peor desempeño son latinoamericanos. Sin duda, en esto influye la baja confianza en las instituciones que ha caracterizado a la región, y que hay algunos países con bajos niveles de profundización democrática. Pero también es muy probable que en muchos casos no es que la información sea poco creíble, sino que es más bien escasa.
Como la información que un país puede publicar es relativa a las personas infectadas, la disponibilidad de ella está sujeta a cuánto se testea, y en esto ningún país de América Latina destaca. Sin ir más lejos, Chile –de manera notable– ha cuadruplicado su capacidad de testeo, pero sigue estando en los últimos lugares de la OECD en esta métrica. Esto nos lleva a un tema más de fondo: con qué capacidades contaba América Latina para enfrentar la pandemia y por qué en este contexto los datos son relevantes.
Como región, en una crisis como esta es donde más nos pasa la cuenta décadas de subinversión en capacidades científicas, tecnológicas y hospitalarias. Por ejemplo, solo Brasil supera el 1% de su gasto en I+D como porcentaje del PIB, y junto con Argentina son los únicos países de la región que superan el 0,5% en este índice. ¿El promedio de los países OECD? 2,4%. En términos de cuán intensivo en conocimiento es lo que producimos, hay solo cuatro países latinoamericanos en los primeros cincuenta puestos del Índice de Complejidad Económica (México, Brasil, Costa Rica y Argentina). Por último, solo dos países de América Latina están dentro del top cincuenta con mayor capacidad hospitalaria (Cuba y Argentina).
Dado todo lo anterior, no queda más que desarrollar capacidades sobre la marcha, mejorando sobre una base muy baja. Lo importante es hacer políticas públicas considerando este diagnóstico, y desarrollar estrategias basadas en ciencia. El Banco Interamericano de Desarrollo publicó lineamientos de cómo los países de la región deben enfrentar estos próximos meses la contención de la pandemia, y en esto, la comunicación y la participación de la comunidad es un punto importante. Así, considerar indicadores de cómo los países reportan y mejoran la información disponible a la ciudadanía puede ser un insumo relevante para el período que viene.
Fuente: El Mostrador / Rodrigo Balbontín y Juan Vila