La actual crisis se expresa de tres maneras distintas, aunque indivisibles una de la otra al momento de comprender el por qué del actual estado de la lucha de clases en el territorio.
Durante el transcurso de la crisis abierta por el avance de la pandemia en el país hemos sostenido, como Diario Venceremos, que esta crisis se expresa de tres maneras distintas, aunque indivisibles una de la otra al momento de comprender el por qué del actual estado de la lucha de clases en el territorio.
En primer lugar, afirmamos que la crisis se expresa como crisis política, ya que durante los últimos años el régimen político venía cargando con el amplio peso de la falta de legitimidad frente a las masas, situación que se profundizó aún más tras el estallido de la Rebelión en octubre pasado, cuando derechamente dicha crisis de legitimidad devino en una profunda crisis de gobernabilidad.
A pesar del paso del tiempo y la llegada de la pandemia a Chile, el régimen, y en específico el gobierno de Piñera, jamás fueron capaces de reponerse del todo del enorme remezón que el pueblo chileno venía dando en las calles desde hace meses, basando sus posibilidades de gobernabilidad en el poder coercitivo ejercido por las FF.AA. y las alianzas establecidas con aquellos partidos que otrora ejercían la “oposición”.
Como la pandemia y el pésimo manejo del gobierno no hicieron más que profundizar esta crisis, podemos afirmar que el reciente debate parlamentario respecto al Retiro del 10% de los fondos de pensiones y las enormes fisuras y contradicciones que abrió en el seno de los partidos oficialistas, no son más que una expresión de ella, demostrando además el actual estado de la lucha de clases, en el cual el gobierno de Piñera parece encontrarse sin salidas y los partidos oficialistas sin capacidad para operar a su favor en el campo legislativo.
Al presentárseles en todo su alcance el poder del pueblo movilizado durante las jornadas del 14 y 15 de julio, muchos parlamentarios – tanto de “oposición” como del oficialismo – votaron a favor de legislar no por un verdadero convencimiento en acabar con las AFP, sino más bien por temor a las consecuencias que su postura negativa podrían provocar en la rabia popular. Ejemplos de esta situación son las declaraciones de Mario Desbordes, presidente de Renovación Nacional que constantemente ha brindado alocuciones a los medios de prensa calificando a algunos militantes de su partido como “faltos de calle”, al no querer escuchar la “voz popular” y, sobre todo, culpándolos de no conocer las capacidades de la clase trabajadora a la hora de protestar por lo que le pertenece.
Rodolfo Carter, alcalde perteneciente a la bancada UDI, emitió durante la semana declaraciones que van en el mismo tono de Desbordes, al expresar que “el próximo lunes se acabará Chile” si los parlamentarios no eran capaces de votar a favor de legislar el retiro de los fondos de pensiones.
Miedo, por donde se le mire. Este miedo proveniente de las esferas más conservadoras del espectro político institucional, que incluso tiene a fascistas de tomo y lomo como Iván Moreira planteando soluciones intermedias, no es más que la expresión misma del actual desenvolvimiento de la lucha de clases y la deriva política a la cual se encuentra sometido el régimen.
De todas maneras, si el problema fuese sólo político encontrarían de alguna u otra manera la salida a sus problemas, pero como hemos afirmado en párrafos anteriores, asistimos actualmente a una concatenación estructural de tres crisis a la vez, y es tanto política como sanitaria y económica.
El debate parlamentario respecto al Retiro de los Fondos de las AFP remeció también las bases económicas en las cuales está sostenido el país, y develó consigo el pilar fundamental en los que descansa el modelo capitalista chileno. En el mismísimo instante que el debate sobre el retiro de estos fondos comenzó a asomarse en los medios y a tomar fuerza aparecieron también los empresarios, quienes desesperados no tardaron en hacerse notar públicamente mediante una Carta al Director publicada en el diario El Mercurio, bastión informativo de la burguesía desde sus inicios como medio escrito.
En dicha misiva, 15 representantes de los más grandes gremios empresariales del país expresan su preocupación ante lo que califican “el principio del fin” en caso de aprobarse el retiro de fondos de pensiones, dejando, según ellos, como principales afectados a la clase trabajadora y la estabilidad económica y política del país.
Resulta paradójico, por decir lo menos, que los grandes empresarios se muestren ahora preocupados por la deriva a la cual puede quedar sometida la clase trabajadora, mientras esos mismos trabajadores y trabajadoras deben movilizarse por millones hacia sus puestos de trabajo sin mayores regalías para evitar el contagio en el transporte público. Jamás los escuchamos hablar de horarios diferenciados de ingreso a las empresas, de apoyos en concreto a las familias más afectadas; sino más bien los vimos aplaudir una ley que endosa el cuidado de las y los trabajadores desempleados en fondos creados por ellos mismos, mientras intentaban reabrir los centros comerciales para “echar a andar la economía”.
Esta preocupación por la institucionalidad de larga data y la familia chilena no es más que un ardid de lo más bajo, una falacia alarmista que sólo pretende generar caos y preocupación en torno al posible retiro de un porcentaje de nuestros fondos de pensiones. Frente a un modelo de pensiones absolutamente deslegitimado por el pueblo en su conjunto, los argumentos políticos van desapareciendo y no queda más que echar mano a añejas fórmulas económicas y la tan manoseada “institucionalidad”.
No es menor su preocupación, tienen razones para hacerlo. Sólo un 10% del fondo total de pensiones representa más de 3.4 billones de dólares en activos, la mayoría de los cuales termina invirtiéndose en sus propias empresas.
Las AFP son el molino de agua que otorga activos frescos a las inversiones del gran empresariado local, la “gallina de los huevos de oro” que les permite echar a andar la máquina de sus miles de empresas, bajo la promesa de multiplicar dichos activos para así mejorar el fondo global de pensiones. Un eventual retiro de un miserable 10% de nuestros fondos de pensiones pone en jaque gran parte de su negocio. Es evidente que saldrán a respaldarlo a como dé lugar.
El vergonzoso lobby empresarial realizado durante los últimos días en el Parlamento es un claro ejemplo de la defensa a rajatabla que pretenden hacer del modelo que tantos réditos les ha otorgado.
Por último, toda esta problemática se ve agudizada por la actual situación de la pandemia, que está absolutamente lejos de acabarse. A día de hoy son más de 8.000 los fallecidos por Covid-19 en el país, sumándose a una larga lista de más de 300.000 contagiados.
Aunque el Ministerio de Salud afirme que existe una leve mejoría, y por lo mismo comiencen a preparar las condiciones para el desconfinamiento, lo cierto es que en las regiones donde se está intentando esa medida – Los Ríos y Aysén – rápidamente se reactivaron los casos. Esto quiere decir que la pandemia “va para largo”, la experiencia de otros países así lo demuestra, por lo que sus implicancias en la profundización de la crisis económica y política seguramente continuarán presentes.
Frente a este escenario de crisis integral del régimen, que se expresa con especial claridad durante esta semana con el debate por el retiro de los fondos de pensiones,
¿QUÉ ANALIZAMOS Y PROPONEMOS NOSOTROS Y NOSOTRAS COMO DIARIO VENCEREMOS?
En primer término, consideramos relevante posicionar dicho debate en un marco de análisis más amplio, que para nosotros es la Rebelión Popular y la apertura de un periodo revolucionario a nivel mundial. Consideramos que el avance de la discusión parlamentaria respecto al retiro de los fondos y su aprobación en la Cámara de Diputados y Diputadas, es una victoria popular, como decíamos más arriba, el miedo a un “nuevo estallido social” pone nerviosos a quienes hoy buscan sostener, en plena crisis, el sistema. Pero además, la fuerza con la que el pueblo salió estos últimos días, los levantamientos populares que se desarrollaron a nivel nacional, apuntalaron la votación y lo seguirán haciendo en las discusiones que vienen. Así lo han dicho Portuarios y Mineros, así se preparan hoy los organismos territoriales para expresar con movilización que van por todo.
Debemos ser claros en este punto, no sólo la pandemia empuja a diversos sectores parlamentarios a tomar postura respecto al retiro de fondos, lo hace también la Rebelión Popular. Estamos totalmente seguros que, de no mediar la enorme movilización popular de octubre hasta la fecha, seguramente una propuesta de este estilo hubiera muerto rápidamente en las cámaras parlamentarias, a pesar de la crisis abierta por la pandemia.
De todas maneras, y si bien la propuesta no surge directamente de un proceso de movilización constante del pueblo, evidentemente es un producto derivado de la larga lucha que viene desarrollándose desde el 2016 hasta la fecha por acabar con el actual sistema de pensiones y las AFP. Por lo mismo es que, apenas la propuesta fue aprobada en una primera instancia en la Cámara de Diputados, el pueblo salió a las calles a levantar barricadas y desarrollar la violencia de masas, situación que se vio corroborada con la espontánea celebración en las calles de Chile al momento de aprobarse la propuesta en específico.
Es necesario, eso sí, “poner la pelota contra el piso”. Retirar el 10% de nuestros fondos de pensiones no representa, en lo concreto, una tremenda solución. La mayor parte de las y los cotizantes poseen muy pocos fondos en sus pensiones, merced de la enorme especulación que durante décadas han hecho con ellos los grandes grupos económicos del país, por lo que la solución sería meramente coyuntural y transitoria. Aún así, creemos legítimo el retiro de esta parte de las pensiones, que representa parte de la fuerza de trabajo que es quitada forzozamente todos lo meses por las AFP, más aún cuando el gobierno desarrolla una serie de propuestas que no son más que deudas, miseria, hambre y represión.
Creemos que se debe analizar esta coyuntura desde un marco aún más amplio, separándola de la discusión económica a la cual intentan sumergirnos la gran empresa y el gobierno y llevándola al campo desde el cual cobra sentido: el campo político.
En aspectos políticos, como decíamos anteriormente, el avance de una medida de este tipo no representa más que la deriva política y cultural en la cual se encuentran sumergidos los defensores de las AFP, y eso como clase trabajadora debemos aprovecharlo. Hoy más que nunca se escucha fuerte y claro la necesidad de acabar de una vez por todas con este sistema productor de miseria, y el 10% debe ser considerado sólo como una medida transitoria, para avanzar en un mediano plazo hacia un sistema de pensiones controlado a favor del pueblo y no de la burguesía.
Para lograr aquello, evidentemente el gobierno criminal de Piñera debe caer, ya que son la principal piedra de tope que impide dar “el golpe de gracia” a este sistema. Tanto el gobierno como el actual sistema de pensiones son partes constituyentes del mismo régimen, por lo cual deben ser derribados por igual.
Avanzar hacia el fin del régimen criminal de Piñera y de las AFP no será tarea fácil, sin duda, y puede que nuestros esfuerzos “choquen en roca” en algún momento. De todas maneras, desde octubre hasta la fecha el pueblo movilizado ha demostrado con creces su capacidad para sortear cualquier obstáculo, y ni siquiera la pandemia, la fuerza represiva de pacos y milicos , el miedo y criminalización que intentan instaurar los medios masivos de comunicación fueron capaces de detener a las y los miles que salieron a las calles durante las jornadas del 14 y 15 de julio.
Esta fuerza que incuba nuestro pueblo día a día por la rabia acumulada en años de desigualdad que se han develado en su más cruda realidad durante la pandemia necesita objetivos claros. En el horizonte se observa el fin de las AFP, pero dicho fin debe ir apuntalado con propuestas concretas para hacer frente a la crisis unidos como clase trabajadora.
Entre nuestras propuestas, y tal como hemos afirmado en otras editoriales, como Diario Venceremos considerados absolutamente relevante avanzar hacia la construcción de un Frente Único. Éstos, que pueden ser llamados como se quiera, deben ser la síntesis organizativa de amplios sectores de masas, que en estos momentos hacen frente a la pandemia de forma parcializada. Ya sea desde el sector de la salud, o del retail, de la educación, de organizaciones territoriales o del más amplio espectro de la clase trabajadora, deben buscar converger hacia plataformas que aúnen objetivos estratégicos, con capacidad de movilización real y la posibilidad de hacer frente al gobierno de Piñera para avanzar hacia un gobierno de las y los trabajadores, echando abajo el actual gobierno. Creemos que sobre la base de los organismos que el pueblo se ha dotado en estos meses, articulados en un Frente Único, debemos no solo sacar al gobierno de Piñera, si no que construir un Gobierno de Trabajadores y Trabajadoras que lleve adelante el programa que ha levantado el pueblo en estos meses.
Dicho Frente será sin duda el fruto de un arduo trabajo, y evidentemente no se construirá de un día para otro, pero ya comienzan a aflorar experiencias concretas de unidad en la movilización, como lo son las Asambleas Territoriales, los Comités de Emergencia Territoriales y de Salud, las Ollas Comunes o los Centros de Acopio, muchas de estas experiencias coordinadas unas con otras. En momentos como éste nuestro deber como sectores movilizados y revolucionarios es poner los puntos en común por delante de nuestras diferencias, las mismas que durante años han impedido la unidad en el seno del pueblo.
¿Y una vez conformado un Frente Único de Emergencia hacia dónde debemos apuntar?
Hacia el fin de todo aquello que está mal, y que ha provocado que nuestras y nuestros hermanos de clase mueran por miles durante esta pandemia; y muchos otros mutilados, encarcelados y asesinados durante los meses más álgidos de la Rebelión. El sistema capitalista en Chile evidentemente posee fecha de caducidad, ya no aguantamos vivir como lo hacíamos antes de octubre, pero sólo con el fin del neoliberalismo no alcanza, el capitalismo como sistema debe acabarse en nuestro territorio y en el mundo si realmente queremos una vida digna para nuestro pueblo. Pero como dijimos más arriba, debemos desde este Frente Único de Emergencia instalar un gobierno de trabajadores y trabajadoras.
Para dicho fin, hemos establecido ciertas tareas fundamentales, como puente a una transformación revolucionaria del sistema chileno, bases estructurales que apunten a desmantelar el sistema capitalista en el país, las cuales podríamos resumir en:
- Creación de un sistema de salud único, que apunte a la expropiación y control estatal de toda la infraestructura e insumos de las grandes empresas de la salud privada en Chile, las mismas que han lucrado con la salud de miles de personas durante la pandemia.
- Expropiación del gran capital junto a las AFP y las industrias estratégicas, para otorgar liquidez y financiamiento a planes estatales destinados a hacer frente a la crisis sanitaria, sin mediar la voluntad de la gran empresa de por medio.
- Expropiación de la banca y el comercio exterior, para asegurar así la cadena de pagos y evitar, de paso, el aprovechamiento desmesurado que los bancos privados pretenden hacer de la crisis en complicidad con el gobierno, entregando créditos para subsanar las necesidades económicas de millones de personas en medio de la pandemia.
- Profundización y multiplicación de los Comités de Emergencia en centros de salud, trabajo y territorios, con el fin último de avanzar hacia la conformación de un Frente Único.
Estas medidas, que hemos mencionados en anteriores editoriales, pero consideramos siguen totalmente vigentes como solución a la crisis, sólo podrán lograrse mediante la fuerza del pueblo movilizado y organizado, sin mediar ni esperar que desde los poderes del Estado se realice un primer paso que probablemente jamás llegará.
Por lo mismo, nuestro llamado es a no conformarnos con un 10% ni con las escuálidas medidas del gobierno, sino que, a posicionar la totalidad de nuestra lucha como elemento central, con la caída de Piñera y de las AFP como tarea más urgente y necesaria para avanzar hacia un gobierno de las y los trabajadores.
Fuente: Diario Venceremos