El ajuste ministerial anunciado este jueves por el Mandatario movió estratégicamente las piezas del corazón político de La Moneda. En medio de las negociaciones por el Acuerdo Nacional para afrontar la crisis por el COVID-19, el Presidente Piñera integró a la mesa de negociación con la oposición a su principal operador en el Congreso, Claudio Alvarado (UDI) –quien asumió en la Segpres–, junto a Cristián Monckeberg (RN) –quien se hará cargo de la cartera de Desarrollo Social–, justo en medio de las críticas al Gobierno que ha efectuado el timonel de su partido, Mario Desbordes. Dos pesos pesados que reemplazarán a un ministro Felipe Ward (UDI) “que nunca dio el ancho” y un exministro Sebastián Sichel que ha tenido que dejar La Moneda y «conformarse» con la presidencia de BancoEstado.
La información llegó temprano a todos los miembros del gabinete. El Presidente Sebastián Piñera pidió que los ministros despejaran sus agendas y se presentaran a las 12.30 horas en La Moneda. El rumor de que el cuarto cambio de gabinete llegaría antes de la –aplazada– Cuenta Pública se había hecho realidad, en medio de la crisis sanitaria, económica y social que ha traído consigo la pandemia del coronavirus, y que tiene a Chile como el quinto país del mundo con la mayor cantidad de nuevos infectados diarios.
A pesar de que muchos esperaban que los cambios apuntaran al equipo de Salud, incluyendo al ministro Jaime Mañalich, el Mandatario confirmó la intocabilidad del jefe del Minsal. En cambio, las modificaciones realizadas por Piñera fueron al corazón del comité político, con el fin de poner coto a las críticas y rencillas políticas al interior Chile Vamos, que se intensificaron en medio de la pandemia, a pesar de los llamados públicos a la unidad.
El Jefe de Estado optó por poner la “experiencia” política de los partidos en su gabinete estratégico. Así, nombró en la Segpres a Claudio Alvarado (UDI), uno de los pilares del Gobierno en manejo de crisis, control de las huestes de Chile Vamos y pieza clave al entablar diálogo con la oposición. Dejó en manos del extimonel de RN, Cristián Monckeberg, la cartera de Desarrollo Social, que estaba siendo dirigida por Sebastián Sichel, el ministro mejor evaluado del gabinete, pero que tuvo que dejar La Moneda para asumir la presidencia de BancoEstado. Otro que dejó Palacio fue el exministro de la Segpres, Felipe Ward, quien salió del gabinete político y asumió la cartera de Vivienda y Urbanismo en reemplazo del ministro Monckeberg.
En La Moneda reconocen que, frente a “un evidente desorden” y “falta de peso en el consejo político”, el Presidente Piñera optó por poner a figuras “con muñeca” para afrontar un contexto, que no está solo marcado por la pandemia del COVID-19, sino también por un “momento político resbaladizo y peligroso”, en medio de las discusiones por el proceso constituyente y, principalmente, por las negociaciones con la oposición para lograr un Acuerdo Nacional para afrontar la crisis sanitaria, económica y social.
Uno de los checklist que el Mandatario “exigió” tener para la Cuenta Pública del 31 de julio, ya que “el inicio de un proceso constituyente no podría ser el logro para destacar”, señala un asesor de Gobierno.
El analista político y exjefe de la Secom, Carlos Correa, sostuvo que este ajuste ministerial busca generar un equilibrio político en Chile Vamos. “El Acuerdo Nacional también tiene que incluir al oficialismo y, por tanto, lo que hace el Presidente es que mueve las piezas de tal manera, que el oficialismo sienta que personas que son cercanas a la UDI y a RN y que tienen alma de RN y la UDI, están en las mesas correspondientes”.
El cambio en el gabinete trajo más críticas desde la oposición. Los y las timoneles de los partidos de oposición señalaron que “este era un reacomodo político” que solamente busca hacerse cargo de las pugnas internas de Chile Vamos, dejando a un lado a los independientes, como el exministro Sichel. Agregaron que el Presidente Piñera solo está “jugando a la sillita musical” y no dio respuesta al mal manejo de la crisis sanitaria por parte del ministro Mañalich.
Pero en el oficialismo sacan cuentas alegres. Los equilibrios entre la UDI, Evópoli y RN quedan saldados con la inclusión de Monckeberg en el gabinete político, lugar que había perdido en el último cambio ministerial, en donde el Primer Mandatario optó por el sello de dirigencias sub-40, de independientes o de Evópoli, tras la revuelta social de octubre de 2019, dejando a un lado al partido de Mario Desbordes, que junto al alcalde Germán Codina y al senador Manuel José Ossandón (ambos RN) habían sido los más críticos de la estrategia gubernamental para abordar la pandemia.
Al interior de La Moneda destacan que este “ajuste al corazón político del gabinete” tiene directa relación con la estrategia que han diseñado, desde el segundo piso, Cristián Larroulet en comunión con el exsubsecretario Rodrigo Ubilla, asesor especial del Presidente frente a la pandemia. Destacan que el retorno de RN al comité puede “calmar los ánimos” y alinear las jugadas del diputado Desbordes, quien había propuesto la condonación de la deuda del CAE, “una idea que nunca ha estado sobre la mesa”, sostienen desde Palacio.
Ward no dio el ancho
Un cambio urgente al interior del comité político era “hacer cirugía mayor a la Segpres”, indican desde la bancada de Chile Vamos. En el oficialismo ven a Claudio Alvarado como “el salvador” de una cartera que había caído en la “irrelevancia hace meses”, luego que Ward reemplazara a Gonzalo Blumel y que Alvarado dejara la Subsecretaría de la Segpres, para hacerse cargo de la Subdere en el Ministerio del Interior.
El rol del ministro Felipe Ward (UDI) ha estado siempre en el centro de las críticas por el desempeño del Ejecutivo en el Congreso. Durante el proceso constituyente, Ward fue criticado por defender los intereses de su partido, la UDI, por sobre la idea de generar acuerdos para la ruta constituyente. Varios parlamentarios oficialistas recuerdan cómo operó para intentar bajar la paridad, a pesar del compromiso que tenían RN y Evópoli para apoyar la iniciativa.
En el Congreso puntualizan que el ministro “siempre se mantuvo como peso pluma”, hasta en medio de las intensas negociaciones para sacar iniciativas como el Ingreso Familiar de Emergencia, en donde Sebastián Sichel se llevó los aplausos del propio partido de Ward. Allí, según personeros de la UDI, se produjo un “quiebre” interno en el partido gremialista. Durante las últimas semanas, las críticas habrían llegado directamente a Palacio desde las bancadas del oficialismo.
Senadores de Chile Vamos hicieron presente la queja por las minutas que enviaba y llamados del equipo del ministro Ward para alinear la postura de los parlamentarios oficialistas. De acuerdo a los parlamentarios oficialistas, el Gobierno ha llamado a rechazar proyectos creados y/o respaldados por Chile Vamos, como el de redestinar alimentos desechados por comercios del rubro, del senador Manuel José Ossandón; hasta el postnatal de emergencia en medio del coronavirus, una iniciativa que ha sido respaldada por todas las bancadas, desde el Frente Amplio hasta la UDI. Esta semana el senador Iván Moreira (UDI) acusó presiones del Gobierno para rechazar proyectos por inconstitucionales y luego “ser tibios” con la oposición en la Cámara de Diputados y el Senado.
Este déficit en la gestión y operación en el Congreso debería ser solucionado con la llegada de Alvarado a la Segpres. El militante de la UDI es destacado como uno de los principales y más eficientes operadores del Gobierno. Aunque siempre ha trabajado en las sombras, fuera del foco público, en la oposición lo reconocen como un buen “intermediario” y “constructor de acuerdos”, además de tener “buenas migas” con varios parlamentarios del centro político, como la DC y el mundo radical. Uno de sus últimos trabajos fue dar vuelta la votación de la Acusación Constitucional contra la exministra Marcela Cubillos, que parecía ganada por la oposición.
Por otra parte, ya a cargo de la Subdere en Interior, los alcaldes de Chile Vamos y la oposición reconocen que fue “la mano de Alvarado” la que dirigió las negociaciones que llevó el ministro Gonzalo Blumel para acercar posiciones con el Gobierno, en medio de la crisis por la pandemia. Con estos antecedentes, “pueden asegurar que el Acuerdo Nacional va salir del horno en un par de semanas”, precisa un asesor en La Moneda.
El analista Carlos Correa plantea que la salida de Ward radica en que “la Segrpes estaba muy disminuida, Alvarado tiene mucho más juego de piernas, buscaron a alguien que tiene mucha más capacidad de articulación en el Congreso. El Acuerdo Nacional no solo requiere de voluntad política, sino que también requiere ingeniería política, ingeniería para articular un Congreso”.
Cristóbal Bellolio, cientista político y académico de la UAI, destaca que “lo de Ward siempre fue una jugada equívoca desde el comienzo. Que el Presidente haya pensado que Felipe Ward iba a ser su ministro del Interior, habla un poco de lo políticamente desconcertado que estaba después del estallido, y la capacidad de influencia de Jacqueline Van Rysselberghe, de imponer un nombre tan poco idóneo para el cargo y, sobre todo, dadas las circunstancias que estaba viviendo Chile. Ahora queda en evidencia que no tan solo no era un buen nombre en Interior, sino que probablemente tampoco era el mejor para llevar la agenda del Gobierno en un momento tan complejo”.
A pesar de que quitaron del comité político a Ward, delfín de la timonel de la UDI, en el gremialismo no dan todo por perdido y sacan cuentas alegres. Si bien no recibieron el históricamente demandado Ministerio de Desarrollo Social y Familia, pasó a sus manos el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, que está en medio de un programa de construcción de casas para la clase media, a pocos meses de las elecciones municipales. Aunque, al interior del partido reconocen que es un “golpe fuerte” para el dominio de Van Rysselberghe en La Moneda.
El gran perdedor
A todas luces el más perjudicado con el cambio ministerial fue Sebastián Sichel. El ministro de Desarrollo Social partió con el pie izquierdo la administración de su cartera, tras el fracaso de la estrategia de encuentros constituyentes que levantó tras la revuelta de octubre. Pero, en medio de la crisis por la pandemia, comenzó a tener un mayor protagonismo, principalmente con la entrega de ayudas sociales por parte del Estado, incrementando también sus apariciones en la prensa y matinales, lo que lo llevó a ser el ministro mejor evaluado del gabinete.
Un protagonismo que no causó gracia al interior de Chile Vamos, pues Sichel era el único ministro independiente miembro del gabinete político. Tampoco tenía tan contentos a los equipos de La Moneda, ya que “Sichel y su pizarra aparecían más que el Presidente”, apuntan desde Palacio. Un punto que habría sido relevante a la hora de determinar su salida, fue el enredo al momento de entregar la cantidad de familias que podrían acceder a una de las 2,5 millones de cajas de alimentos anunciadas por el Gobierno.
Pese a que desde Chile Vamos se ha levantado la línea de que Sichel podrá reenfocar y darle un nuevo significado al rol de BancoEstado, en La Moneda todos reconocen que su salida como ministro responde principalmente al intento por «guardar los equilibrios internos». Desde el piñerismo destacan que no es momento de «pensar en recambios», sino que «sacar a flote al Gobierno», lo que no sería posible sin el respaldo de los partidos.
Para el académico Cristóbal Bellolio, “Sichel es una víctima circunstancial del enroque. Yo no veo nada muy maquiavélico ni operación, él paga como normalmente pagan todos los fusibles que no tienen mucha espalda. Me acuerdo cuando Felipe Kast tuvo que salir de Desarrollo Social en el primer Gobierno de Piñera, para acomodar a Lavín, que lo estaba haciendo mal en educación, muy dañado con el movimiento estudiantil, y no lo podían sacar del gabinete, había que abrirle un espacio, y el sacrificado fue Felipe Kast. No me parecen casos muy distintos, Kast no tenía partido y Sichel no tiene partido”.
La principal molestia por su nombramiento en Desarrollo Social radica en que dicho ministerio fue integrado al gabinete político durante este Gobierno, ya que era ostentado por el ministro Alfredo Moreno, quien es cercano a la UDI. El arribo de Sichel a dicho ministerio no cayó bien, principalmente en la UDI, partido que hoy lamenta su salida, ya que la cartera que históricamente ha reclamado el gremialismo quedó en manos de un extimonel de RN, miembro del sector de Mario Desbordes: Cristián Monckeberg.
El aterrizaje de Monckeberg en Desarrollo Social no provocó gran sorpresa, pues se sabía que desde hace varios meses el expresidente de RN venía presionando por ingresar a los patios de Palacio. Si bien el ministro no estaba incómodo en Vivienda, quienes conocen de su quehacer señalaron que, en su calidad de “animal político”, sentía que dos años más en ese espacio no tenían mucho sentido, razón por la que fue tanteado como posible reemplazante de Raúl Torrealba en la Municipalidad de Vitacura.
En el sector de Mario Desbordes en RN, la noticia fue recibida con mucho entusiasmo, puesto que la leyeron como un apoyo a la visión de una derecha no tan economicista y más social, una visión en pugna al interior de la tienda con sede en avenida Antonio Varas. Además, ocupará un lugar especial en la mesa negociadora por el Acuerdo Nacional.
Fuente: El Mostrador